La política y su impacto en la ética pública
Para entender el impacto de la política en la ética pública, debemos comprender que la política es el conjunto de decisiones tomadas de la relación procedente de la interacción de los seres humanos como resultado de vivir en sociedad, la necesidad de organizarse, así como en la toma de decisiones, cumplir objetivos, llegar a acuerdos, su relación de poder entre individuos, el modo de promover la participación ciudadana, propias opiniones políticas, capacidad de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario, hacer leyes con las cuales se intenta garantizar y facilitar la vida en sociedad resolviendo conflictos de manera democrática dentro de la vida social ya sea que pertenezcan a clanes, tribus, gobiernos, empresas, instituciones, estados soberanos, en la actividad del estado nacional, con la intención de obtener un bien común para la sociedad.
Mientras que la ética pública es una disciplina que se basa en principios, normas de conducta y decisiones que adoptan las instituciones, las administraciones públicas, estas se refieren sencillamente a la ética aplicada la cual es entendida por aquéllas personas que ocupan un cargo público ya sea por elección, oposición u otro medio, tienen una responsabilidad ante el estado, basándose en criterios sobre lo que es correcto e incorrecto, con el objetivo de regular las acciones políticas y las prácticas públicas, para que estas contribuyan y sirvan de fundamento en el deber público, para la traducción en actos concretos orientados hacía el interés común y el bienestar de la ciudadanía, hoy en día la ética pública no solo se centra en las organizaciones públicas, sino también están incluidas las empresas privadas.
La relación entre la política y la ética data desde civilizaciones antiguas, ya que estas contaban con tratados donde dos disciplinas estaban estrechamente relacionadas, se han encontrado referencias sobre la formación en valores para los gobernantes antes de que asumieran su cargo, ya que de esta manera ejercitarían la política contando con principios éticos que respaldarían cada una de sus decisiones, pues aquel que quería participar en las cuestiones públicas tenía que pasar por esta disciplina (ética) la cual se consideraba como una rama de la política y era el filtro más importante para hacer que las personas que llegaran a ocupar los cargos públicos obraran bien con principios de honestidad, certeza, legalidad, etc.
Dentro de las instituciones la ética pública es de vital importancia porque tienen como objetivo central la idea de servicio, es decir, las tareas y actividades que realizan los servidores públicos están orientadas a la satisfacción de la pluralidad de intereses de los miembros de la comunidad política, es esencial que los servidores públicos de la administración se formen y se entrenen en el razonamiento ético propio de la actividad vinculada a la gestión pública, así como de sus derechos y obligaciones, para que la toma de decisiones se base en un conjunto de valores, códigos y regulaciones éticas mínimas de la ciudadanía, para promover, proteger el ejercicio de los deberes, derechos de la ciudadanía, la eficacia y la justicia, siendo estos los atributos con los que se espera que la administración pública cumpla su función, para ello se requieren de medios técnicos y humanos, así como un conjunto de medidas destinadas a garantizar que el trabajo se realice de forma adecuada con un diseño institucional ordenado, bien reglamentado y gestionado por objetivos, donde el sistema de transparencia, rendición de cuentas y apertura al escrutinio público de los procesos que promuevan la conducta ética en las prácticas, procesos y políticas de la gestión realicen sus labores adecuadamente y de manera eficiente.
La política más que tener un impacto en la ética pública está estrechamente relacionada con ella, pues las dos son responsables de conducir y construir los asuntos de un estado, el cual brinde mayores oportunidades para alcanzar lo justo, el bien común, conseguir que las personas que ocupen un cargo público lo hagan con valores, diligencia, honestidad, responsabilidad y el sentido del deber, logrando impedir comportamientos negativos o desviados que son nocivos en el servicio público, entender que la ética es una necesidad para reforzar los valores y comportamientos positivos que contribuyan a la moral de los servidores públicos y de las instituciones, pues es precisamente su ausencia la que provoca que muchos de ellos en diferentes instituciones públicas se dejen manipular por la corrupción. Dentro de la función pública es importante la ética aplicada, ya que esta tiene como objetivo fundamental la idea de servicio, pues sus tareas y actividades están orientadas a los intereses de los miembros de la comunidad política y de la sociedad mexicana.
Esta relación no se limita únicamente a los funcionarios públicos, sino también al buen funcionamiento de un buen gobierno, pues este requiere de políticos responsables que en conjunto con su equipo de funcionarios dirijan y resuelvan los asuntos públicos, pues estos son los que gozan del máximo margen de autonomía en las decisiones del gobierno, en su área laboral es donde demuestran si aplican una verdadera ética pública, la cual conlleva la responsabilidad del servicio, así como atención, equidad y justicia para el ciudadano, por ello estos no deben olvidar que están para servir a la comunidad y no para servirse de ella.

La política y la ética pública son asuntos relevantes, pues en ellas se diseñan e implementan valores, reglas institucionales normativas orientadas a conseguir conductas ejemplares, mejorando el desempeño de la gestión institucional, ya que contribuyen a eliminar situaciones relacionadas con la corrupción, los desfalcos, el enriquecimiento propio a costa de los bienes públicos y la ilegalidad, por ello es necesario la producción de valores que permitan fortalecer los objetivos y metas de las políticas públicas, pues la confianza en los gobiernos así como el de las instituciones públicas es un asunto grave porque sin ella la sociedad y el gobierno se dividen generando una fractura en el Estado.
La ética al ser un proceso reflexivo y no normativo puede resultar en un mecanismo eficaz de control, si se le instaura como componente de introspección personal que tenga como base que, las acciones se deben valorar más allá de los efectos que se tienen de manera individual, para pasar a una parte colectiva. Es decir, una persona puede valorar positivo recibir un beneficio económico a partir de no imponer una multa por infracción a la normatividad de tránsito y vialidad, sin embargo, la repercusión podría desencadenar en un perjuicio mayor, como que una persona ebria que siempre sale avante por sobornar a autoridades, comete un atropellamiento y de muerte a una persona. Desde este extremo y trágico ejemplo, se puede establecer que un agente de tránsito y vialidad tiene que valorar más allá de un beneficio económico personal, ya que las repercusiones para la colectividad son mucho mayores que el beneficio económico turbio que recibe.